El descubrimiento del azar, ha estado vinculado a la religión o adivinación, y se tiene constancia de que el ser humano se dedica a las apuestas desde antes incluso del desarrollo de las manufacturas, usando huesos de animales como el astrágalo, el cual pulían para que pudiera caer en cuatro posiciones diferentes, apareciendo el precursor de los dados.

Es a partir de la Edad Moderna cuando los Estados se interesan por el juego al darse cuenta de las cantidades de dinero que mueve esta actividad. El objetivo es el de controlar a lxs ciudadanxs y generar ingresos económicos. Es cuando se crean las loterías y los juegos de contrapartida (casinos) con el objetivo de recaudar impuestos y lucrarse de lxs apostadorxs.

El juego como tal cambia y se adapta a los gobiernos por los que va pasando. El Real Decreto Ley 16/1977 legaliza el juego de azar en España, tras haber sido prohibido durante la Dictadura Franquista por considerarse un vicio (excepto la Lotería Nacional, las apuestas hípicas, el cupón de la ONCE y las quinielas de fútbol). Se procede a legalizar bingos, casinos, máquinas de apuestas recreativas con premio (tragaperras). Es a partir de entonces cuando se permite la actividad empresarial con el juego de azar, y se empiezan a instalar en bares y restaurantes las conocidas tragaperras.

El tiempo transcurre y las TIC evolucionan, por lo que el juego de azar vive una revolución: llega internet y el juego on-line. Cambia por completo la forma de jugar, siendo numerosas las modalidades de juego, y con una gran disponibilidad. En julio de 2012 se legalizan las normativas y se conceden las licencias de juego on-line. Hasta entonces, el gobierno había estado tolerando una publicidad insólita de una actividad ilegal dirigida al público de jóvenes y adolescentes, con el fin de que terminaran asociando las cualidades positivas que tiene el deporte con la actividad del juego apostando dinero.

Actualmente, cualquier tipo de juego de azar presencial ya tiene su modalidad online, además de que han aparecido muchos más que solamente pueden jugarse a través de internet. España es uno de los países del mundo con una legislación más permisiva en juego online.

Juego tradicional en tragaperras, asociado a alcohol y tabaco. Las máquinas TIPO B (tragaperras, situadas en bares y restaurantes) suponen casi el 40% de la cantidad de dinero que se juega en todos los juegos legales de azar. Esto ocurre por razones psicológicas:

 

  • Accesibilidad (España tiene una de las legislaciones más laxas y permisivas del mundo).
  • Apuestas de bajo coste. Puedes apostar desde 20 céntimos de euro. Empiezas echando “lo que te sobra” y de paso puedes pedir una consumición (puedes generar alcoholismo).
  • Respuesta inmediata: No solo es fácil encontrar las máquinas en muchos establecimientos y jugar con cualquier cantidad de dinero, sino que además, el premio se recibe inmediatamente.
  • Reforzamiento parcial: La persona que juega no sabe cuánto dinero tiene que echar, pero sabe que cuanto más meta en la máquina, más probabilidad tiene de obtener el premio. Por tanto, cuantas más partidas pierde, más probabilidades tiene de obtener el premio en la siguiente partida, porque “la máquina está caliente”.
  • Ilusión de control. La persona que juega tiene un papel activo, aunque solo sea apretando una serie de botones antes de aparecer una combinación en la que, realmente, no tiene ningún control. Esta actividad es la que favorece la sensación de control sobre el juego, y la persona que juega cree que sabe cuándo va a salir el premio.
  • Activación psicofisiológica. Lo que ofrecen las máquinas tragaperras no solo va acompañado de la ilusión de control, sino que se añaden estímulos como las luces, los colores, los sonidos, el movimiento… lo que produce ese deseo de jugar, que se reduce jugando.

El juego de azar en si mismo ya es potencialmente adictivo, por lo que no existe una forma “saludable de jugar”.

Como hemos comentado anteriormente, el público cambia y aparece el perfil de la persona joven que maneja y vive adaptado a las nuevas tecnologías. El juego también se adapta y se abre camino el juego de azar on-line.

Los principales juegos de azar online en España son: Póquer online, Apuestas deportivas y los juegos de casino. Todos ellos con sus características y con unas variables estructurales similares a las de las máquinas TIPO , pero añadiendo una serie de variables ambientales:

  • Intimidad. Te permiten llevar la actividad de forma aislada, incontrolada y presuntamente anónima.
  • Comodidad. Los dispositivos  móviles te permiten jugar en un entorno agradable y seguro. Cuando quieras y en las condiciones que desees.
  • Consumo de sustancias. Por lo que se le añade la posibilidad de consumo de sustancias legales e ilegales, desinhibiendo la conducta.
  • Disponibilidad. No hablamos solo de la oferta, sino de lugar y el horario.
  • Publicidad y márketing. Antes de 2011, se toleró por parte del Estado una publicidad insólita de una actividad ilegal que se anunciaba en las camisetas de los más importantes equipos de fútbol, un hecho con el claro objetivo de dirigirse al público de jóvenes y adolescente.

Se genera un nuevo nicho de mercado dirigido a un público inmaduro, incrédulo, falto de autocontrol, fácil de persuadir,  aumentando su vulnerabilidad y asegurando su negocio a largo plazo.

Por último, y haciendo referencia a la promoción y publicidad del jeugo en España, cuando se legalizaron los bingos, casinos y tragaperras, se prohibió su publicidad debido a su potencial riesgo de generar ludopatía. Décadas después se mantiene dicha prohibición pero el juego online se publicita y promociona en España, incluso desde antes de ser legalizado.

Todo esto se ha hecho en ausencia de un reglamento de publicidad sobre el juego online, hasta el punto de que el Estado ha dejado en manos de la propia industria su propio código de autorregulación a través de la Asociación para la Autorregulación de la Comunidad Comercial que no puede sustituir la actividad del legislador, ni el gobierno cesar en su responsabilidad de proteger a los ciudadanos, mediante la regulación de una actividad que puede provocar adicción.